ACTO VIII

¡Muy buen viernes!


Bueno, señoras y señoras: esta sección se ha puesto algo repetitiva porque siempre iniciamos con mis disculpas, y de ahí nos vamos a la premisa de “apoyen y difundan la historia, y bla, bla”. Así que a partir de hoy voy a añadir un parte más productiva a esta humilde parte que inicia el capítulo: una breve descripción de las canciones BASES para esta historia. 

Encuentran la lista de reproducción musical aquí

Déjá Loin, de Yann Tiersen: si la lista de reproducción se les acaba antes (porque cada uno lee a ritmos diferentes) pueden repetir INCONTABLES veces (nótese el énfasis en “incontables”) esta canción para el final. No es la primera vez que la uso, como se darán cuenta si escuchan las listas que suelo sugerir para acompañar los capis; y eso es porque Déjá Loin tiene muchísimo de la esencia que quiero plasmar con Acto de contrición. Ésta canción, para mí, suena un poco a una especie de carrera que inicia con un ritmo muy pausado; elaborado pero lento, como tanteando lo que hay alrededor. Es inevitable que me imagine a una pequeña Albania, caminando con su violín por el bosque mientras disfruta de su infancia; y es cuando la música cambia que ella también cambia (a partir del 01:07 si quieren punto exacto). Crece no solo físicamente, sino mentalmente, y todo empieza a sonar perfectamente abrumador porque Deja Loin es hermosa, pero tiene un punto de quiebre entre desesperación, elegancia, presunción y arrebato, que justamente son los sentimientos que siempre me vienen cuando pienso en Albania.


Fransuh



ACTO VIII

  

Aún recuerdo cómo fue

Él inclinado lo suficiente como para llegar a mi rostro
Mis dos manos muy, muy pegadas a mi pecho
el bosque iluminándose bajo el manto nocturno
El suspiro que se me escapó en medio de todo aquel silencio


“Suave”
Así fue mi primer beso
Tan suave como si una mariposa se hubiese posado sobre mi boca
dispuesta a alocar a mi corazón de trece años de edad
Suave también porque las princesas merecen ser tratadas con “delicadeza”
y más aún si son de cristal
Y para el ladronzuelo yo personificaba eso:
una frágil y pequeña princesa de cristal


Pero un día desperté de la ensoñación
de los ideales propios de la infancia
Yo quería que dejara de ser suave
que dejara de ser considerado
Que olvidara la figura de niña
y aprendiera a leer los deseos de mujer
Comprendí que yo no era frágil
que no me quebraría al menor movimiento
Comprendí que yo no era de cristal

Y tampoco deseaba serlo



  

¨°*°*°*°¨

BEJLE

Vamos a terminar está rica sopa de verduras que el señor Formerio me ha pedido por la mañana y después le diré a Sorel que…
¿Mmm?
¡¿Otra vez volvemos a lo mismo?!
   ¡Nuna!— reclamé al verla con un codo apoyado sobre la mesa y la mirada pensativa.
Removí la olla y dejé el cucharón a un lado, disgustada:
   Caramba, mujer, ¡¿otra vez pensando en lo mismo?!
   Ay, Bejle, es que…
  “Ay, Bejle” ¡es que nada! — respondí ya cansada de tanto disparate. Lleva días así y no hay quién la haga cambiar de humor—. Nuna, todos en la casa ya te dijimos lo mismo: ¡la niña Albania no tiene nada! Deja a la muchacha en paz, ¡si sigues con todas esas sandeces realmente va a enfermarse y será por tu culpa!
   Ay, Dios santísimo, ¡no me digas eso, Bejle!
  Entonces ya cámbiame esa cara de espantajo y deja de andar por la casa como si te fueras a caer muerta en cualquier momento. Ni siquiera el señor Formerio ha dicho ni mu y tú ya andas viendo cosas raras por todos lados.
La chiflada de Nuna viene diciendo hace varios días que ha notado a la niña Albania muy rara. Le hemos preguntado qué cosa es “rara” para ella pero solo nos sale con que “algo ha cambiado en ella”.
Esa criatura está creciendo, es normal que la vea cambiada día tras día porque todo el mundo sabe lo rápido que pegan el estirón los niños; pero ella dale con que no es eso. Y si no va por ahí la cosa, entonces no sé en qué está pensando porque yo a la niña la veo como todos los días: con el pelo alborotado cada vez que pasa correteando porque nunca está quieta, y con la enorme sonrisa que le planta a todo el mundo. Aunque hace unos días estuvo muy callada, encerrada en su habitación y reposando. Y por primera vez todos sentimos que la casa dentro de poco dejaría de tener a una niña alegrándola, y pasaría a tener a una hermosa mujercita.
Hace dos semanas se ha enfermado por primera vez de esa odiosa cosa que nos viene a todas las mujeres cada mes (claro, a mí ya no desde hace mucho): la pobre estaba muy abochornada porque despertó y se encontró con la bendita manchita roja en las sábanas, y después pegó un grito tan fuerte que todos en la casa la oímos. Nuna subió presurosa y después solo me dejaron entrar a mí con el té de orégano que me pidió a través de otra de las empleadas.
Cuando llegué con la bandeja y ya sabiendo que significaba ese té, la niña Albania estaba sollozando en brazos de Nuna mientras repetía que no sabía cómo se había hecho daño.
»— No se ha hecho nada, mi preciosa niña — le respondió ella mientras le acomodaba el cabello y le secaba las lágrimas—. Lo único que ha pasado es que su cuerpo acaba de anunciarle que ya es una señorita.
»— ¿U-una señorita? — le preguntó con la carita empapada e hipando de tanto en tanto. Me largué a reír porque hasta a una mujer de mi edad aún se le remueve el pecho al ver a semejante criatura, con aspecto tan de niña, tratando de asimilar que ya podía ser considerada como candidata para esposa.
Cuando se le informó de la noticia al señor Alcides, pidió estrictamente que nadie se atreviera a hablar de ello en ningún lado: dijo que era un tema muy íntimo para una niña, pero Nuna y yo ya nos olíamos algo más en esa orden.
El señor Traugott es más terco que una mula, y está empecinado en casar al menor de sus hijos con la niña Albania: una noticia así podría ponerlo a bailar en la misma puerta de la casa, exigiendo que se le dé la mano de la niña de una vez por todas.
 He visto al joven Darío un par de veces pero yo sigo pensando lo mismo que el señor Formerio: está muy viejo para ella.
  A lo mejor debería ir a ver a alguna de esas adivinas en Lavehda— oí de repente.
¿Qué? ¿Acaso he escuchado bien?
 Nuna, ¿piensas que la casa está embrujada? — Me miró algo incómoda: sí, lo pensaba—. Nuna, nunca has sido supersticiosa, ¿qué está pasando contigo, mujer loca?
  Bejle, a veces siento como si mi niña saliera a hurtadillas de la casa pero no hay modo de comprobarlo. Y la señora Gisell me dijo una vez que por las fechas del Zahir aparecen criaturas y…
Por los sagrados pelos de mi abuelo, ¡¿es en serio?!
 ¡Nuna, esa mujer dice puras barrabasadas! La misma señora Marlene lo decía.
Ni siquiera yo me creía las tonterías que salían de la boca de la esposa del señor David: ¿cómo era posible que Nuna me viniera con semejante cosa?
 Ay, Bejle, es que tú no entiendes… — me dijo desconsolada—. Inclusive Rudy me ha dicho que ella también ha notado algo raro alrededor de la casa.
¿Rudy? ¿La nueva mucama?
Había llegado apenas hace una semana ¿y ya estaba con los cotilleos?
Y parecía tan buena chica: qué pena.
  Nuna, por amor de Dios, no hay nada raro alrededor de la casa. Y te lo dice esta mujer que ha pasado algo de cincuenta años en ella. Lo que pasa es que te estás aburriendo ahora que la niña Albania pasa más tiempo al lado de la señorita Marion, y por eso estás buscando en qué ocupar la cabeza.
  Pero Rudy dijo que…
  ¡Rudy nada, hombre! Esa mocosa no tendrá más de dieciocho años, ¡¿cómo vas a hacerle caso?!
Me miró toda colorada y me dijo que sí con la cabeza. Le pedí que en vez de andar pensando en musarañas, me hiciera el favor de desojar unas cuantas hojas de laurel y las pusiera en el tazón de allá.
  Bejle, no me trates como si fuera una chiquilla — me acusó mientras tomaba los tallos verduscos.
  Entonces deja de hablar como si todas esas cosas sobre los espectros del Zahir te asustaran.  Deja a la niña Albania en paz y quita esa cara. Vas a asustarla por las puras y justo ahora que se viene su cumpleaños.
Yo le contaba historias sobre espíritus a la niña Albania cuando era más pequeña, y no es que niegue creer en esas cosas porque lo hago; pero mi abuela repetía que la mejor manera de mantener a esos seres lejos era no tomándolos en serio para que no vinieran por detrás y ¡zaz! te hicieran alguna bribonada.
Escuchamos un par de pasos y después alguien más ingresó a la cocina:
  Acabo de dejar todas las prendas del señor Formerio alisadas y guardadas en su armario— dijeron desde la puerta: ¡miren a quién tenemos aquí!—. Y de paso vi a la señorita: está muy entretenida puliendo sus violines.
  Muchísimas gracias, Rudy.
  Es un placer, señorita Nun…
  ¡Alto ahí, muchacha! — Dejé el cucharón a un lado y la llamé antes de que saliera. Me miró con los ojos marrones y muy atenta cuando me puse las manos sobre la cintura—. ¿Qué cosa le has estado diciendo a Nuna sobre la casa y no sé qué más?
  Bejle, déjalo así…
  No, Nuna: ¡es mejor decirnos las cosas con claridad y frente a frente! Mi abuela, que en paz descanse, decía que por esos pajaritos que andan soltando “silbiditos”, la casa termina llenándose con puras malas canciones.
Que me dé a mí ¡de una buena vez! una explicación en vez de solo provocar que a la loca de Nuna se le vengan más ideas raras.
  Niña, ¿qué es eso de que la casa está extraña? ¿De qué estás hablando? — reclamé —. ¿Acaso has visto algo que pueda contarse como “extraño”? Porque decir cosas así porque sí podrían iniciar rumores, y ya debes saber que los chismes no son bien vistos en esta casa.
  ¡Oh! ¡Es eso! — me respondió cayendo en la cuenta; el dejo cantarín me agrió un poco—. Bueno, sí, le comenté a la señorita Nuna que había sentido algo extraño por aquí pero no me estaba refiriendo a ninguno de los empleados o los habitantes de la casa. Hablaba de que el ambiente se siente como invadido, pero a lo mejor son ideas mías.
  ¿Qué? ¿Invadido? 
¿Y ahora qué le pasa a esta muchacha? ¿Acaso se le zafó un tornillo o qué?
  Mi abuela también me contaba muchas historias, señora Bejle. Decía que es muy sencillo sentir que la casa ha sido invadida por otros seres y que existen maneras de mantenerlos a raya a los muy bellacos.
Mmm, hace años que nadie me llama señora...
De acuerdo, tal vez pueda sentarme a escuchar sus explicaciones.
  ¿Otros seres? ¿Eso es lo que sientes? — traté de pedirle a Nuna que no se creyera todo de sopetón pero la oí tan preocupada ¡que ya!: la dejé que preguntara lo que quisiera—. ¿Y quiénes podrían ser esos otros seres?
  A ver, no soy muy conocedora como mi abuela pero recuerdo mucho sus enseñanzas— Rudy jaló una de las banquetas y se sentó junto a nosotras, alrededor de la mesa de madera que me servía para cortar las verduras—. Supuestamente dicen que por las fechas del Zahir las puertas del Cielo y el Infierno se abren, y que miles de ángeles y demonios aprovechan para escaparse un ratito a nuestro mundo.
 ¡Eso lo dijo la señora Gisell! ¡Lo recuerdo muy bien! Fue cuando… — Nuna se detuvo. Supe bastante bien por qué.
Yo también recordaba aquel día: fue cuando encontraron a la niña Albania.
No solemos hablar de ese día en la casa por respeto al señor Alcides que ordenó que nadie volviera a hablar del asunto. Más que nada por lo que pasó aquella vez en el cumpleaños número ocho de la niña Corín,  el señor prefería que en la casa el tema de la niña Albania “como recién llegada” no se mencionara.
  ¿Cuándo? — curioseó Rudy ante la mudez de Nuna.
 Nada, muchacha. Continúa, por favor — pedí.
  ¡Sí!
Nos pasamos un buen rato sentadas y escuchando los relatos de la abuela de la chica. Algo muy raro me pasó porque sentí como si en un momento volviera a ser una pequeñaja y estuviera escuchando los cuentos que solían contarme.
  Todo octubre las casas de mi pueblo solían dibujar una línea con sal frente a las ventanas de los cuartos de todos los miembros más jóvenes de la familia. No era solo sal de cocina, era una bien preparada y bendecida— continuaba—, porque todo chico o chica era presa fresca de demonios en esas fechas. Decían que disfrutaban mucho jugueteando con humanos.
Fingí prestarle atención a otra cosa porque la voz de la muchacha tenía algo que asustaba.
—  Yo pensaba de pequeña que eso solo lo hacían demonios porque son criaturas que vienen llenas de maldad, pero mi abuela decía que también sucedía con ángeles; solo que ellos escogían a mujeres y a hombres también muy jóvenes pero también vírgenes, y muchas veces acababan siendo más desalmados.
  ¿Más desalmados? — me atreví a preguntar.
¿No que los ángeles estaban más cerca de Dios?
  Cuando hay personas hermosas en las casas que tienen pocos habitantes, ellos vienen y si alguna les gusta la engatusan para llevársela y juguetear con ella. Decía que eran violentos y feroces, porque dejaban salir todo ese salvajismo que nunca emplean.
Por un momento sentí un escalofrío ante la voz lúgubre en medio del tono infantil que tenía la voz de Rudy.
  ¿Juguetean? — preguntó Nuna asustada—. Cuando dices “juguetean”…
  Se las llevan para… tener intimidad — le respondió bajando la voz—. Dicen que el placer que les produce una niña virgen es más de lo que cualquiera de nosotros comprendería.
Nuna abrió la boca escandalizada.
Yo ya había escuchado eso, pero solo de demonios: les llamaban íncubos.
  Muchas personas creen que los ángeles y los demonios son diferentes porque unos son buenos y otros son malos, pero en realidad son muy parecidos. O bueno, eso es lo que solía decir mi abuela — nos explicó—. Hay demonios que vienen a hacer de las suyas con los humanos, pero también hay ángeles que vienen a las habitaciones de las niñas vírgenes para… bueno, ya les dije…— se abochornó un tanto y después continuó—. Al final dejan sus cuerpos en la orilla de los ríos, porque el agua es capaz de tapar sus delitos frente a los ojos del Señor.
  ¿A orilla de los ríos? — repitió Nuna.
  Sí… muertas— respondió y sentí que su voz sonó algo macabra, tal vez hasta algo burlona—. Los ángeles son más sanguinarios porque no se permiten dejar rastro de sus faltas. Y cómo les gustan las niñas…
¡BROM!
 ¡AHH!
Nuna y yo soltamos un grito que cualquier becerro hubiera aplaudido.
Sorel nos observó confundido desde la puerta y después se carcajeó de lo lindo.
  ¿Qué pasa aquí, señoras? — nos preguntó campante.
  ¡¿Por qué entras así, hombre?! ¡Casi se me sale el corazón por la boca!
Había empujado con su pie uno de los atizadores que reposaban en el umbral de la puerta al momento de entrar, y eso era lo que había sonado tan fuerte.
 Sentí un ligero olor a quemado — me respondió como quien no quiere la cosa—. Nereo también lo sintió desde el jardín.
 ¿Quemado? — Mmm…
Válgame Dios, ¡EL ESTOFADO!
Corrí tan rápido como pude y vi la calamidad en la que se había convertido parte de la cena.
¡Malaya!
  ¿Pero qué andaban haciendo ustedes tan calladitas y sentadas aquí en la cocina? — preguntó el viejo de Sorel—. Para andar parloteando las damas son únicas…
 ¡Ya, fuera!— ordené; los tres protestaron en mi contra pero me importó un rábano—. ¡FUERA TODOS!
 Señora Bejle…
 Ay, Bejle…
  Pero Bejle, fue tu culp…
  ¡FUERA, DIJE!
Los empujé yo misma patitas fuera de mi cocina y después cerré la puerta con enfado.
¡Tonta muchacha y sus tontos relatos: mi estofado ha quedado todo chamuscado!
Qué bueno que la sopa aún está cociéndose.


¨°*°*°*°¨

NUNA


Ay, Dios, ¡ay, Dios! Sé que es tonto creer en estas cosas porque son las mismas supersticiones que se les cuentan a las niñas para evitar que se escapen solas a las fiestas del pueblo; pero por otro lado Rudy me ha sonado tan honesta que es imposible no seguir dándole vueltas a todo esto.
Bejle nos botó de la cocina enfadada por su estofado quemado. Salí al pasillo con Sorel aún riendo por el tremendo susto que nos dio.

»— Y cómo les gustan las niñas…

Santísimo Señor, no me hagas esto. ¡Nunca le he temido al Zahir, ¿por qué ahora me está dando tanto miedo?!
  ¿Señorita Nuna? — Giré al oír mi nombre y me encontré con la mirada curiosa de Rudy—. Ay, discúlpeme, señorita Nuna, creo que el relato le ha afectado. ¡No era ésa mi intención!
Le dije que no se preocupara pero insistió en pedirme más disculpas:
 Comprendo cómo ha de sentirse: esta casa tiene muy pocos habitantes, sin contarnos a nosotros los empleados, y la niña Albania es tan bonita, y ahora que ya es una señorita…
Lo último me inquietó aún más. Por un momento el relato me pareció más una advertencia que solo un cuento.
  Rudy, todo…todo lo que nos has contado… — inicié con algo de vergüenza por tomarme tan en serio algo como eso.
La chica se encogió de hombros y suspiró:
 Oh, no puedo asegurarle que sea verdad — me contestó suavemente—. Mi abuela solía contarnos estas historias para el inicio del Zahir, así que a lo mejor solo son meras leyendas. — Soltó una ligera risita pero no logró tranquilizarme—. Decía que para ella era sencillo ver si había algún ángel ya fichando a su futura víctima, porque ellos son taaaan buenos embaucando a las personas. Imagínese usted: ¡quién no querría tener a un ángel rondándola en plan de cortejo! ¡Y más si una es una niña sin nada de experiencia en la vida!
Sonaba tan extraño oír hablar así de seres que supuestamente siempre hemos visto bondadosos.
  Pero ésas seguro ya eran patrañas de mi abuel…
  ¿Qué te decía? — pregunté y traté de sonar desinteresada pero no pude.
Sonaba a tontería pero me alarmaba tanto la situación con mi niña Albania.
Ya la había visto hace tiempo con esto de la temperatura alta y baja, sus constantes silencios pensativos, sus sonrisas a la nada, esas escapadas que no sabía cómo explicar porque yo sentía que ella en ocasiones no estaba en su habitación…
Dios, ¡no!
 Bueno, ella decía que un ángel ficha a su presa con un beso para hacerla suya el mismo día del Zahir.  Y no hay nada más sencillo de reconocer que un beso de ángel.
¿Beso?
  Pero dudo que quiera seguir escuchando estos tontos relatos…
  Continúa. Por favor, Rudy.
Se mordió los labios y me sonrió:
  Pues bien, un beso de ángel reacciona de diversos modos en una persona, más si se trata de una niña. Primero hay alboroto, un cambio de humor incontenible: euforia y apasionamiento. En palabras más comunes algo así como andar por las nubes, toda risueña y encantadora. Y un signo más visible es el de la boca: la boca cambia. Se ve más tentadora y en el caso de las niñas adquiere un tono rojo fresa que suplanta al puritano rosa.
¿Todo eso?
  Es muy sencillo saberlo: mi abuela decía que ni bien se notan todos estos síntomas es necesario confirmarlo.
  ¿Confirmarlo?
Nereo apareció por el pasillo que conducía al jardín: le dijo a Rudy que lo ayudara a cerrar los establos porque empezaría a llover.
  ¡En seguida voy, Nereo! Bueno, ha sido un placer compartir los relatos de mi abuela con usted, señorita Nuna. — Asentí y la vi avanzar.
Pero volteó y me sonrió:
  No estaría de más poner algo de sal… solo por si las moscas.
El tono y la sonrisa juguetona me abrumaron.
Mi niña Albania…


¨°*°*°*°¨

ALBANIA


Hoy las estrellas se ven particularmente bonitas. Veo una por allá, y otra más allá, y otra, y otra y así miles más.
He vivido casi trece años en esta habitación pero es la primera vez que me pongo a pensar en lo lindo que se ve el cielo desde mi balcón. A Nunita no le gusta que me recueste sobre la alfombra pero no me importa: me gusta estar así, recostada de costado y apoyada sobre uno de los cojines de mi cama que me traje conmigo. El viento está soplando con algo de fuerza pero no tanta, y aunque me hace un poco de frío me gusta sentirlo.
Me gusta sentirlo…
Me acurruqué, abrazando el cojín de plumas y con esa canción que no dejaba de sonar en mi cabeza. No la había escuchado jamás pero sonaba dentro de mí: era en violín y era hermosa. Era intensa, elaborada, y sonará raro pero he estado tratando de memorizarla a la perfección para poder dejarla salir. La vengo escuchando desde ese día
La vengo escuchando porque ni bien cerré los ojos y sentí la perfecta boca contra la mía, una parte que desconocía del mundo se abrió para mí.

»— Bésame, Aniel…

Se lo dije: se lo pedí reuniendo todo el valor que pude. Y cuando sus ojos me observaron sorprendidos pensé que no debía haberlo hecho.
Lo has dejado perplejo…
Perplejo era poco: los ojos miel me avergonzaron. Me sentí pequeñita, muy pequeñita, y después casi sin querer los míos temblaron.
Llorar…
Quería llorar.
El chico y la chica de Lavehda no se veían así en mi recuerdo. La chica solo se había puesto de puntillas y él la había besado; la chica no había esperado en medio de un silencio incómodo. La chica no había visto en los ojos del chico un ¿por qué me estás pidiendo esto?
Me mordí los labios con fuerza y después traté de contenerme porque sería muchísimo más vergonzoso ponerme a llorar en frente de él…
…pero entonces el cuerpo me tembló triplicado, porque el sol me sonrió y después puso una mano sobre mi cabello.
»— No llores, bonita — me susurró, y no pude decirle más porque después el mundo dejó de sentirse como siempre lo había sentido.
Suave
Así fue mi primer beso.
Tan suave como si una mariposa se hubiese posado sobre mi boca.
Se me cerraron los ojos cuando se inclinó sobre mí y después miles de mariposas más estallaron por algún lugar que no supe reconocer. Las manos me temblaban pero no me atrevía a hacer nada porque sentía que si me movía todo se estropearía.
Los labios de Aniel eran así: suaves, como los pétalos de una rosa rozando mi boca.
Para cuando abrí los ojos no pude contener mi alegría: lo abracé por el cuello y le pedí que me llevara en sus brazos a casa. Soltó una carcajada y me dijo “niña mimada” pero no me importó nada. Solo sentía que la boca me tildaba, como recordando la caricia, y que mi primer beso había sido con uno de los seres más importantes de toda mi vida.
»— No vayas a contárselo… a Nanael— supliqué con el rostro escondido entre el hueco de su hombro y su cuello. Oí su risa ligera y después un amable “de acuerdo”.
Me daba muchísima vergüenza pensar en toda la cantidad de reprimendas que me caerían si Nanael se enteraba de algo así.
No pasó mucho tiempo para encontrárnoslo por el camino de regreso a casa: me sonrojé muchísimo cuando me preguntó si había pasado algo porque parecía que me veía algo nerviosa y no había tratado de ocultarlo.
»— ¿Y ahora                 qué has hecho, Albania? — me preguntó cuando llegamos a mi habitación y sentí que me puse muy colorada.
»— ¡No he hecho nada, Nanael! — le respondí algo disgustada por el tono. ¡No entiendo por qué me habla así cuando apenas ha retornado!
Sentía como si él pensara que siempre estaba metiéndome en problemas ¡cuando no era así!
»— ¿Qué tal te fue con Rumilat y el gozo que te habían solicitado?
»— No me cambies de tema, Aniel — le había dicho seriamente. Y como el tono no me gustó estuve a punto de responderle algo muy feo, pero en ese momento apareció Gremory y, como siempre, terminó lanzándose sobre él.
»— ¡¿A dónde te fuiste?! — le reclamó mientras él intentaba quitársela de encima—. Estabas con la tal Caila, ¿verdad? ¡Exijo saber inmediatamente si estás engañándome con esa mariposa trepadora!
»— ¡¿Engañándote?! ¡¿Pero es que tú estás loca o qué?! — gritó  y Aniel empezó a reír.
La verdad es que Gremory siempre es así de graciosa pero ese día yo no podía reírme de nada. Era como si mi cuerpo se hubiese transformado en nubes y no pesara absolutamente nada; y cada vez que lo veía sonreír sentía como cosquillitas por aquí y por allá.
Me quedé mirándolo en silencio mientras charlaba con Nanael y Gremory. Rió algo alborozado cuando admitió que acababa de probar por primera vez el sabor de un beso de chocolate, y después le restó importancia a los regaños de Nanael que no aprobó para nada que hubiese experimentado con comida humana.
Recordaba perfectamente la imagen de la chica y el chico de Lavehda: aquel beso no había sido ni la mitad de perfecto que el que había recibido yo. Pero el asunto era…
…¿qué seguía de ahí?
¿El chico y la chica de Lavehda qué eran? ¿Por qué compartían  un beso?

                                                        ¿Qué significa un beso?         

En ese momento Nunita me llamó para cenar y para cuando volví a mi habitación tenía tanto sueño que no conseguí pensar en nada más.
Y al día siguiente pasó lo más terrible: Nuna nunca me había hablado de ello; ni ella ni nadie, es por eso que cuando vi la sangre sobre mis sábanas pensé lo peor. La primera en aparecer fue Gremory: “tranquila, es normal en las niñas”, me dijo pero no pude calmarme. Aniel se preocupó tanto pero cuando intentó tomarme en brazos le supliqué que no lo hiciera.
Me sentía muy mal, me dolía todo el cuerpo y no sabía qué hacer; pero para mi buena suerte Nunita llegó corriendo.
»— Oficialmente ya es una señorita, mi niña preciosa — me explicó, y los cinco días en cama fueron de los más extraños. Me sentía algo débil, muy cansada, y miles de preguntas me atacaban: ¿qué es ser una señorita? ¿Qué significaba todo ese jolgorio en los ojos de Nuna? ¿Por qué si era tan bonito todo esto, yo me sentía tan mal?
Y los ojos rojos que siempre veía en sueños apareciendo miles de veces más.
»— Vamos a ausentarnos un par de días, Albania — recuerdo la voz de mi Aniel entre sueños. Le pregunté que por qué otra vez, y me respondió que tenían que ver algo con relación a esos ojos que me perseguían. Me aferré a su brazo, pidiéndole que no demorara en volver, y solo sentí un beso sobre la frente.
Bésame otra vez…
No sé exactamente qué significa todo esto de crecer, pero hay algunas cosas que están cambiando dentro de mí. Y aparte de eso, Nanael y Aniel están pasando mucho tiempo fuera: a veces siento que crecer implica que se alejen de mí.
Y qué terrible sería vivir sin él a mi lado.
A mi lado…
Me reincorporé bruscamente porque el corazón me latió con fuerza: completa.

Ya estaba completa

Corrí hacia mi cama y tomé mi violín preferido, el caoba: elevé el arco y lo dejé rozar las cuerdas con algo de temor.
¿Suena así en mi cabeza?
Toqué las cuatro primeras notas tratando de repetir la melodía que oía constantemente y me estremecí cuando comprobé que era tal y como la había escuchado. Tanteé un par de veces más, cuidadosamente, y de repente el pulso se me aceleró.
Sí, sí es así. Es la canción que he estado oyendo por días en mi cabeza…
Es mi primer beso hecho canción.
¡Pam!
No sé qué pasó porque sentí que las cuerdas soltaron un grito, extasiadas: nunca las había tocado con tanta rudeza, y ellas nunca habían sonado tan perfectas.
Tomé una bocanada de aire, empujé con más fuerza y de repente lo oí. Sí, alguien más hablaba: pero no era la voz horrible ni tampoco los ojos rojos.
Era él… sí…
Era mi violín.
“Hola”— me dijo y traspasé las cuerdas con tanto impulso que me lastimé los dedos pero no me importó—. “Hoy voy a darte un obsequio que ya te pertenecía pero que acabas de descubrir”.
¿Un obsequio?
No pude soportarlo y toqué con todo el volumen que me permitieron las cuerdas. Aumenté la velocidad, tratando de copiar la canción que oía en mi cabeza; tal vez con algo de furia, a lo mejor con un poco de angustia también.
“Hoy te entrego el maravilloso don de componer”.
¿Componer?
“Sí, componer”.
Crear música: eso es componer.
Crear…
Crear…
Crear por él.
Crear para él.


¨°*°*°*°¨
                                                                      
NANAEL
                                                                            
Habían solicitado nuestras presencias en la Estancia Alba. Aniel y yo solemos venir aquí para dar toda la información que vamos acumulando con respecto a la Original, pero esta vez la reunión había tomado otro rumbo.
Rumilat había pedido tenernos presentes para recibir un informe que había sido elaborado desde hace cinco años humanos. Me sorprendió la cantidad de tiempo porque durante todo ese intervalo tanto Aniel como yo pensamos que las cosas iban bastante bien.
Por lo visto no era así.
Habíamos permanecido aproximadamente doce ciclos aquí, lo que equivaldrían a seis días humanos, oyendo el historial de algunos sobrevivientes rebeldes y sus ubicaciones exactas. La comitiva de los Phaxsi había sido designada para lidiar con todos aquellos que aún se mantenían ocultos y guardaban esperanzas de una continuación de la Rebelión.
Al principio pensé que el informe solo estaba compuesto por nombres de ángeles y demonios de los que ya se habían encargado los Phaxsi…
…hasta que llegamos al último nombre.
»— Los Tronos han mandado la orden de que se busque exhaustivamente en el historial de los que lograron escapar— nos había dicho Rumilat al frente de todo el comité. Aniel volteó a verme, claramente confundido, en su apariencia original igual que yo y todos los presentes—. Parece que hay un ser tratando de cruzar las barreras con las que suelen proteger a la Original; y lo ha estado intentando desde hace cinco años más o menos.
»— Eso es imposible — respondió Aniel con más seriedad de la que acostumbraba a emplear conmigo—. Nosotros no hemos sentido nada; de lo contrario ya habríamos reforzado los campos de protección. Mi hermano de nacimiento es muy bueno con los gozos de defensa.
Desvié la mirada, tratando de no verme demasiado satisfecho: la vanidad no es un buen sentimiento.
»— Estamos frente a un caso muy particular — mencionó Caila batiendo las alas con suavidad.
»— Es evidente—declaré algo fastidiado: odiaba que se me informara de algo de lo que yo ya debía tener conocimiento—, pero Aniel tiene razón: si hubiéramos sentido algo extraño hubiéramos tomado las medidas necesarias.
»— Se trata de un vaisiux, hermanos — lanzó Rumilat y el asombro fue a tal grado que pude escuchar los pensamientos pasmados de Aniel. Seguramente él también oyó los míos.
¿Un vaisiux? ¿Pero cómo era posible eso? Un vaisiux era considerado una especie de monstruo entre los nuestros: eran los prototipos que habían quedado con vida después de los experimentos de fusión para la posterior creación de la Original. Ángel y demonio cohabitando un mismo cuerpo.
Supuestamente no quedaban sobrevivientes de ese tipo.
»— ¿Hay algún vestigio de los probables seres que lo conforman? — preguntó Aniel.
Caila no pudo contener su expresión de asombro: oírlo tan serio y demandante no era propio de él.
»— Por lo poco que hemos podido averiguar hasta el momento, parece que se trata de Sabnock — nos respondió el que lideraba el séquito: lo reconocí de inmediato.
Era Camael, el teniente general de los Phaxsi y mano derecha de Rumilat.
»— ¿Sabnock?— me ganó en preguntar nuevamente Aniel—. ¿Marqués demonio?
»— Así es: Sabnock era un antiguo marqués demonio — añadió Rumilat—. Estaba en contra de la creación de la Original, pero fue uno de los demonios que se secuestraron para experimentar con los prototipos de creación. Parece que logró escapar, se mantuvo oculto gracias a un Aliter que compartió su morada con él en la mente de un anciano. El anciano falleció hace un tiempo, así que al verse nuevamente sin hogar ha estado dándonos problemas.
»— ¿Han podido reconocer al ángel que cohabita con él? — indagué.
»— Tememos que pueda tratarse de Kalmiya.
Kalmiya… Si no me equivoco había sido el décimo tercer ángel creado en el coro de las Potestades.
Aniel me miró y asintió: supuse que me había oído pensarlo.
»— Kalmiya era uno de los quinientos ángeles que sí estaban a favor de la creación de la Original — corroboró Rumilat. Aniel movió la cabeza, algo intranquilo: ser uno de los quinientos ángeles que iniciaron las revueltas era de cuidado. No era un simple seguidor, era parte de los ideólogos —. Según las averiguaciones, fue uno de los que se ofrecieron de voluntarios para la experimentación. La situación parece algo delicada porque el vaisiux tiene dentro de sí a dos entes que no compartían una causa en común: Sabnock que estaba en contra y Kalmiya que estaba a favor.
»— Aún no sabemos si está trabajando solo o con alguien, pero Drol Qinaya ha dicho que en sus dominios ha visto algo extraño— añadió Camael—. El vaisiux podría estar tratando de contactarse con la Original mediante Transmisión Onírica.
»—  Sus sueños… — murmuró Aniel.
Eso era muy peligroso: hace un buen intervalo de tiempo que ni él ni yo podemos ver los sueños del ente. Antes veíamos enormes prados floreados, fuertemente iluminados por el sol, pero poco a poco se nos han ido cerrando.
Oí un leve movimiento: observé de reojo y me lo encontré irguiéndose, como a punto de despegar.
»— ¿Aniel?
»— No deberíamos estar aquí — me respondió con un fuerte silbido—. Si deseas puedes quedarte, pero yo volveré con ella.
»— Aniel… ¡ANIEL! — aullé cuando giró, abrió las alas y despegó rumbo a la salida superior.
Algunos Phaxsi retrocedieron, algo asombrados ante la enorme cantidad de viento que trajo consigo el batir de alas de Aniel. No es común entre hermanos ángeles que nos asombremos por ver a otro en su forma original, pero Caila me ha repetido infinitas veces que inclusive entre los nuestros, nosotros somos como una especie de ejemplares únicos en su clase.
»— Me disculpo por eso — resoplé.
Temía que pudieran pensar que nos sentíamos superiores, ya que justamente ese tipo de sentimientos tan humanos eran los que provocaban situaciones semejantes a la de la Rebelión de los 500 caídos.
»— Él tiene razón. — Los ojos de Rumilat asintieron junto a sus palabras—. Es mejor que estén con el ente. Nosotros vamos a encargarnos de todo lo referido a la investigación de su ubicación.
»— Puedo elaborar un gozo de rastreo. Necesitaría un par de horas humanas, máximo cuatro ciclos, y lo tendría listo.
»— ¿Gozo de rastreo? — se cercioró Camael—. No existe un gozo para eso.
»— Va a crearlo — respondió Caila y batió las alas con gentileza—. Nanael tiene la habilidad de crear gozos nuevos y después perpetuarlos para que cualquier ángel pueda emplearlos.
»— Crear… — Asentí ante la voz de Rumilat—. Sí, es verdad, Camael. Él puede hacerlo; y sería de gran ayuda contar contigo para esto, Nanael.
»— En cuanto lo tenga listo me presentaré ante ustedes.
Tomé algo de impulso y pasé por encima con un salto. Corrí alrededor de la estancia, por sobre las enormes paredes, rumbo a la salida superior.
  ¡Ah!
Crucé el umbral que nos separaba del Mundo Terrenal y sentí nuevamente la fastidiosa sensación de incomodidad atravesándome.
Tantos años en el mundo humano hacen que mi ser se sienta muy extraño pasando de un lado a otro.
Aterricé sobre una roca cerca a un acantilado. A lo lejos divisé a Aniel volando en la oscuridad. Corrí y me lancé hasta el otro extremo: crucé el acantilado sin problema y me adentré en el bosque.
  ¡Aniel! — lo llamé y algunos pájaros oyeron mi aullido y salieron volando de sus nidos.
Veía sus alas batiéndose con más lentitud así que en cualquier momento…
Lo sabía: a él también le fatiga pasar de un lado a otro.
Lo vi descender dando un par de volteretas sobre sí mismo. Aumenté la velocidad en mis cuatro extremidades y traté de alcanzarlo.
Lo encontré a orillas de un riachuelo. Estiró las alas y poco a poco adquirió forma humana. Cerré los ojos e hice lo mismo; segundos después lo seguí en la carrera rápida que inició.
 No vuelvas a hacer eso — apunté mientras cruzábamos la espesura del bosque. Me observó de reojo y después volteó por el camino que se abría a la derecha —. Aniel, estoy hablando en serio. No puedes salir de una reunión con el comité de los Phaxsi como un chiquillo que simplemente ya se aburrió.
  Nanael, ¿oíste lo que dijeron? Hay un vaisiux rondando a Albania ¿y quieres que me quede a terminar de escuchar los informes?
  Escucha, no debemos considerarnos privilegiados así que no vuelvas a comportarte así.
 Nanael, no se trata de privilegios. Nuestra misión es protegerla: mi sitio no estaba en esa reunión. Mi sitio es junto a ella.
Me detuve violentamente. Qué considerado de su parte que lo haya hecho también.
Me observó, tal vez esperando que dijera por qué había dejado de movilizarme, y en esos segundos me sentí ligeramente aturdido porque por un momento lo vi como a un chiquillo humano… Un chiquillo humano demasiado inexperto como para pensar en vez de solo actuar. Un chiquillo humano huyendo de los “tontos” protocolos de los adultos.
Un chiquillo humano demasiado empecinado en proteger a alguien en particular por iniciativa propia, y no por una cuestión de obediencia.
 Aniel, todo esto de “proteger” al ente es porque es nuestra misión, ¿verdad? — pregunté cuidadosamente.
  “Albania” — me recalcó—, es nuestra custodiada. Nuestro deber es mantenerla a salvo.
  No te confundas — sentencié—. Nuestro deber es mantenerla “controlada”; si algo llegase a salir mal…
Sus ojos me observaron seriamente.
   …la misión pasaría al nivel de “deshacernos de ella”— concluí—. No olvides eso.
Me incliné, dispuesto a movilizarme, pero lo oí pasar delante de mí. Tan rápido como el mismo Drol Asirb.
  Nunca pasará a ese nivel, antes muerto —  me dijo con osadía y se perdió por el sendero.
Necesité un par de minutos: me quedé ahí, oyendo los sonidos curiosos propios de un bosque en la noche.
¿Qué está pasando? ¿Por qué estoy sintiendo esto? No es normal percibir a mi hermano ángel como un burdo humano.
El chocolate.
Sí, debía ser eso. Probablemente el haber estado en contacto directo con algo tan humano como “comer” había cambiado un poco su esencia. Sí, probablemente era eso.
  ¡Aniel! — bramé con más fuerza de la necesaria. Un cervatillo salió corriendo de un arbusto—. ¡ANIEL!
Me movilicé y llegué a alcanzarlo; ya se distinguía la mansión Formerio desde aquí.
  Nanael, si vas a volver con lo mismo… — me dijo en tono cansino.
  ¡No vas a volver a hacer algo tan idiota como comer, ¿me he dejado entender?!
  ¿Ah? — Me observó confundido y después rompió a reír—. ¿Y ahora qué mosco te ha picado?
  ¡Por el Todo! ¡Es como hablar con un chiquillo!
 ¿Chiquillo? — me respondió divertido cuando nos detuvimos en la última hilera de árboles que ya daban para el jardín de los Formerio —. Nanael, hemos sido creados al mismo tiempo: técnicamente tendríamos la misma edad.
  Sí, debería ser así, pero en raciocinio definitivamente tienes más de humano que de ángel.
Lo dije y lo reitero: parece un humano idiota de dieciséis años.
  Te molestas por cualquier cosa. Gremory tiene razón, a veces eres algo gruñón.
  Si vas a empezar a usar las tonterías de esa demonio como argumento, no tendría por qué tomarte en serio.
¿Tendría que ver el chocolate que había probado? ¿O acaso habría pasado algo más?
Cerré los ojos y traté de visualizar algo de sus pensamientos, buscando algún recuerdo que pude haber no notado; pero de repente escuché un rotundo “¡Alto ahí!” y después me echaron violentamente de ellos.
Lo miré, un tanto sorprendido por eso:
 ¿Por qué me has cerrado tus pensamientos?
  Nanael, hay cosas que uno prefiere guardarse para sí mismo — me respondió con tranquilidad.
  ¿Cosas que uno “prefiere guardarse”?
Eso es muy humano. Nosotros no tenemos secretos, ¿qué rayos está pasando?
  Aniel, ¿ha pasado algo que no me has contado?
  Nanael, tenemos el asunto del vaisiux.
  No me cambies de tema.
  No ha pasado absolutamente na…
Se detuvo bruscamente porque una melodía intensa llegó hasta nuestros oídos. Sentí la energía desbordándose en mí, y después toda la que entró de golpe en Aniel.
Yo me alimento de sonidos, pero misteriosamente esta vez se ha dirigido con más brusquedad hacia él.
¿Qué es eso? ¿Acaso no es violín?
Cerré los ojos y me trasporté hasta el balcón de la niña: sí, efectivamente la música venía desde acá. Era una melodía que nunca había sonado en la casa.
De las cuerdas salían despedidos delicados hilos traslúcidos, en verde brillante, que cualquier humano no vería. Cuando alguien como yo, que se alimenta de sonidos, quiere capturar toda esa energía, simplemente debe absorber esos traviesos hilos que se retuercen en ondas.
Esos traviesos hilos que se niegan con firmeza a venir hacia mí.
¿Mmm?
La situación me resultó muy peculiar, porque era la primera vez que los hilos de energía parecían no viajar a la deriva, sino con un destino en particular: tenían una dirección fija y no venían precisamente hacia mí.
Aniel apareció a mi lado y los ojos se le encendieron de violeta. Se irguió, como tomando aire, y entonces comprendí por qué esta melodía parecía tener un destinatario en particular.

Era suya

Parpadeé, aturdido, porque sin necesidad de preguntarlo esa melodía gritaba a todas luces que era para él. Nadie me lo dijo, nadie tuvo que explicármelo: simplemente aquel violín caoba bajo las manos de la niña, cantaba extasiado como rindiéndole pleitesía. Cada hilo verde traslúcido flotaba encantado hacia él, y cada uno soltaba una risa juguetona, parecida a las que solía soltar la niña, cada vez que lograba ingresar por su pecho.
¿Qué está pasando aquí?
Traté de poner algo de coherencia en todo el panorama que se me estaba presentando: Aniel sintiéndose muy humano, muy comprometido a proteger al ente, cerrándome sus pensamientos. Ahora el violín de esta niña, las notas extasiadas, los hilos de energía invadiéndolo…
    ¡Aniel, ya regresaste! — oí el chillido.
Elevé la mirada: la niña soltó el violín y prácticamente se lanzó hacia nosotros. Escuché claramente el “Alak lourd” de él para materializarse, y después lo vi inclinándose para que pudiera verla directamente a los ojos y ella lo abrazara.
    ¡Te has ido seis días! ¡¿Sabes lo horrible que es no saber que estás aquí?! — le reprochó y después ocultó su rostro entre su hombro y su cuello.
Me quedé un tanto perturbado, viéndola a ella abrazarlo como si fuera algo muy preciado y a él acariciarle el cabello con suavidad.
Aquí… aquí hay una fuerte conexión. Sé de sobra que Aniel es demasiado consentidor con la niña, pero aquí algo no está cuadrando. ¿En qué momento el lazo se intensificó? ¿El chocolate? ¿Habría tenido que ver en algo el estúpido bombón de chocolate?
La mujer, Nuna, ha estado repitiendo que siente a la niña rara. Hasta ahora no me había planteado que a lo mejor está en lo cierto.
Algo ha cambiado en ella. Lo abraza como si temiera soltarl…
 ¡YA VOLVISTE!
¡BROM!
Sentí el peso sobre mis hombros y después la risa cantarina:         
 ¡Seis días es demasiado tiempo, ¿no te parece?! ¡A dónde te largaste, ¿maldito desconsiderado?!
 ¡Bájate, demonio! — Traté de sacudírmela pero no conseguí nada. La niña y el idiota de Aniel empezaron a reír.
Fruncí el ceño, harto de tanta tontería, hasta que de repente sentí que me presionaron una mejilla e hicieron un fuerte sonido de “muuaak”.
¿Qué? ¡¿PERO QUÉ…?!
 ¡SUÉLTAME!
  Ay, pero si solo ha sido un inocente besito en la mejilla.
  ¡Déjame en paz, demonio! — Me la quité de encima y traté de limpiarme el asqueroso tacto de la mejilla.
Qué cosa más desagradable.
  Materializado lo hubieras sentido más — me dijo burlonamente—. ¿Probamos otro?
  ¡DÉJAME EN PAZ!
Cerré los ojos y aparecí en Izhi, exaltado.
Estúpida demonio: ¡¿por qué mierda no se va a molestar a otros?!


¨°*°*°*°¨
                                                                      
ANIEL


  ¿Un vaisiux? — Asentí ante la pregunta; Gremory frunció la frente. Albania conversaba con su abuelo y con Loi en la terraza mientras tomaban el almuerzo: seguían con los preparativos para su fiesta de cumpleaños y Nanael había aprovechado que la habitación estaba sola para revestirla con algunos gozos y salmos de vigilancia —. Creí que ya no existían.
 Según la comitiva de los Phaxsi podrían existir varios, pero es muy complicado saber de sus ubicaciones exactas. Hay uno muy cercano y parece que quiere introducirse en los sueños de Albania.
  ¿Mmm? ¿Los ojos rojos que solía ver?
  Así es.
  Vaya, nunca he visto a uno en persona pero dicen que son horrendos. Y mira que he conocido a demonios horrendos y me han dicho que son mucho peores que ellos.
  Evidentemente no hablas de mí — oímos con burla—. Dicen que soy de los más guapos entre nosotros; inclusive mucho más guapo que varios ángeles.
¿Mmm?
¡Vaya! Hace tiempo que no lo veía.
  ¡Seir! — exclamó Gremory.
  ¿Necesitas ayuda? — lancé sin darle demasiadas vueltas al asunto.
  Me has leído la mente, hermano. — Se acercó y me extendió la palma de su mano. Noté que estaba algo ennegrecida —. Una secta: me pidieron curar a cuatro humanos. He recibido algo de veinte almas de golpe.
No quise preguntarle más y me enfoqué en dibujar el gozo de relajamiento.
 ¿Y ese antifaz? — le preguntó Gremory, señalando la máscara que sobresalía del bolsillo derecho de su chaqueta —. Que yo sepa tenemos modos más eficaces para pasar desapercibidos.
  Sí, pero el protocolo dictaba que me la pusiera. — Se quejó un poco cuando dibujé el tercer gozo. Le dije que me dejara trabajar en paz y soltó una carcajada—. Ya empezaron las fiestas previas al Zahir, y no estoy dispuesto a perderme ninguna.
  He oído de ti, ¿no eres Tarek Rye? ¿El supuesto poeta viajero de cabellos dorados y ojos zafiro?— apuntó Gremory burlonamente.
  Es el nombre que más empleo, sí — respondió entusiasmado—. Aunque eso de cabellos dorados y ojos zafiro no lo he inventado yo; han sido espontáneamente atribuidos a mi belleza.
  Tú solo vas a seducir a pobres jovencitas… ¿Poeta viajero? ¡Ni siquiera escribes!
  Pero practico otras “artes” —se defendió satisfecho—. El arte de la seducción no lo aprende cualquiera, mi estimada Gremory. — Terminé el gozo y me senté apoyado sobre el árbol del costado a dejar que siguieran con su charla—. Seducir implica un previo cortejo, formas sutiles de decirle a la otra persona qué buscas con ella. — Soltó un suspiro maravillado que no entendí nada—. Nada más hermoso que los ojos de una chica diciéndote “continúa, quiero lo mismo que tú”.
  Eso no es más que puro cuento— me susurró Gremory—, lo único que busca es acostarse con todas las que pueda y de cualquier especie en general.
  No es verdad, no es con todas. Contigo no he intentado nada — apuntó con tono inocente—. Aunque pensándolo bien… — La vio de pies a cabeza, como inspeccionándola, y sonrió animado—, ¿tienes algo que hacer esta noche, mi atractiva loba gris?
  ¡Ay, por el Todo! — exclamó ella sin creerlo—. Si fueras humano ya habrías embarazado a todo Lirau.
  Si fuera humano… — inició él pero después suspiró—. Sí, tienes razón.
Escuché a lo lejos el último salmo de descubrimiento que recitó Nanael e instantáneamente detonó una pequeña explosión.
¡PLOF!
La loba gris y el caballo de pelaje claro se miraron mutuamente cuando el humo se despejó.
  ¿Eh? ¿Y ahora qué pasó?
  Gozo de descubrimiento — le respondió él asintiendo para sí mismo—. Aunque me temo que en esta ocasión no sería de gran ayuda.
  ¿Mmm? ¿A qué te refieres? — pregunté confundido.
  Los vaisiux no tienen ya una forma original, así que cualquier salmo de descubrimiento no los mostrará en su forma real. En este momento podrían estar camuflados como arbustos o árboles y ninguno lo notaría.
 ¿Cómo sabes eso? ¿Y por qué estás al tanto de todo? — Gremory volteó a verme, algo inquieta—. ¿Está bien que él sepa esto, Aniel?
  Oye, no hables de mí como si fuera un criminal. De demonio a demonio, ¡somos del mismo bando, qué ofensa! — exigió relinchando un poco—. Algunos príncipes regentes y reyes no han sido despojados de sus recuerdos sobre la rebelión porque fuimos de los que más se opusieron a la creación de la Original — volteó a verme y se inclinó un poco—, no es que diga que tu niña no debió ser creada, no vayas a malinterpretarme — explicó rápidamente y después continuó—. Además, fue el mismo Balam el que sugirió la investigación sobre los posibles vaisiux que quedaban con vida.
  ¿Balam? ¿El rey de mis filas? — exclamó Gremory asombrada. Supuse que por todos esos rumores que calificaban a Balam como uno de los reyes demonio más perezosos de todos los universos.
  Sí, el soberano de mis filas también lo sugirió: Decarabia, el supremo regente de la capacidad de curación. Yo estuve presente cuando se le solicitó a los Phaxsi que se investigara sobre ellos, hace más o menos diez años humanos atrás.
  ¿Diez años? — repetí—. Rumilat dijo que las investigaciones habían iniciado hace cinco años.
    Bueno, a lo mejor demoraron cinco años en hacernos caso, quién sabe — resumió Seir con simpleza—. Ustedes son algo cerrados cuando los asuntos nos incluyen también a nosotros.
  Eso es verdad — lo apoyó Gremory firmemente.
 Y vaya que los nuestros conocen más de cerca la naturaleza de los vaisiux. Todo lo que es considerado “abominable” es como nuestra especialidad — me dijo Seir a modo de broma.
Si algunos supremos demonios sabían cosas acerca de los vaisiux, ¿por qué no se les ha solicitado ayuda?
A lo mejor Nanael no era el único desconfiado entre los nuestros.
  Aunque a lo mejor también es en parte por la postura de Decarabia y Balam que los Phaxsi se han cerrado tanto.
  ¿Postura? — No comprendí a qué se refería.
  Bueno, hermano: a lo mejor te parecerá absurdo, pero algunos de los vaisiux pueden ser inofensivos. Recuerda que varios de los ángeles y demonios que se emplearon para crear al prototipo de la Original fueron secuestrados: es decir, los fusionaron en contra de su voluntad. — Asentí, claro que sabía eso—. Criaturas que han sido deformadas por causas injustas deberían poder vivir libremente. Una vez tuve la oportunidad de ver a uno de cerca y realmente son algo grotescos inclusive para los ojos de un demonio, pero su apariencia no tendría por qué ser un impedimento para dejarlos seguir existiendo. Decarabia y Balam propusieron que aceptarían en sus filas a aquellos vaisiux que sean considerados inofensivos, pero Rumilat y varios otros ángeles superiores dijeron que podían ser peligrosos. Y no los culpo, porque en cierto modo tienen razón.
A lo lejos vi a Albania sacando su violín y a Loi revoloteando de un lado para otro. Seir soltó un relinchido feliz y, aprovechando su apariencia, salió trotando dispuesto a jugar con ellas.
    ¡Son apenas unas niñas, animal! — trató de decirle Gremory pero fue demasiado tarde. Él ya estaba ahí, meneando la cabeza con galanteo y haciéndolas reír.
Me quedé observando el panorama en silencio: mi pequeña custodiada jugando con su mejor amiga y riendo a causa de un salvaje caballo de pelaje claro. Mi custodiada… la niña que hace unos días me había pedido un beso que accedí a entregar, aún sin comprender exactamente por qué se veía tan ansiosa y asustada.
Esa niña…
Recordé las palabras de Nanael, eso de “aniquilar al ente” si se descontrolaba, y no pude evitar asociarlas con las de Seir y su postura con los vaisiux.
Para mis hermanos lo peligroso debía “destruirse”, sin lugar a dudas o a misericordia. Y tal y como dijo Seir no puede culpárseles, porque de modo alguno lo diferente siempre asusta.
Nanael no es el único que piensa así: si Albania se descontrola sencillamente se optará por destruirla.
No…
No podría…
No podría porque es mi custodiada. ¿Estoy desobedeciendo las órdenes por las que fui creado? ¿Estoy rehuyendo de mi sentido de vivir? ¿Estoy negándome a mí mismo como existencia?                                                                                        
¿Entonces qué sucede conmigo? ¿Yo…? ¿Yo soy diferente a ellos?
¿Y si no soy ángel…entonces qué cosa soy?
 Seir volvió galopando cuando uno de los empleados de la casa, Nereo, trató de ponerle una silla de montar. Lo escuché reír mientras decía “¡jamás, humano! Soy un alma libre”.
  ¡Alma libre, mis polainas! — lo regañó Gremory cuando nos alejamos hasta el riachuelo—. ¡Nanael se enfadará y creerá que te he traído conmigo para fastidiarlo!
  Ah, qué puntilloso parece ser el tal Nanael.
Albania saldría con Loi, Nuna y su abuelo al pueblo: ya me había comentado que saldrían a ver los últimos preparativos para su fiesta de pasado mañana así que podría quedarme aquí, con ellos y aprovechar saber más sobre los vaisiux y estar preparado para cualquier ataque.
  Me temo que tendré que dejarlos: parece que tengo trabajo — anunció Seir aún con su forma original. Gremory abrió los ojos bruscamente: le fulguraron de rojo brillante—. ¿Mmm? ¿A ti también te están llamando?
  Es una chica, tiene dieciocho años, vive en Libiak.
 Seir parpadeó: le dijo que a él le llamaba alguien similar, y ambos llegaron a la conclusión de que probablemente se trataba de la misma persona.
 Buscando saber el futuro y llamando a la cura — murmuró desanimado—. Te apuesto cuatro legiones a que está llamándonos por un tercero al que ama muchísimo.
 Eso es conocer bien a tu clientela — respondió Gremory igual de desalentada—. Nos vemos, Aniel.
 Adiós, hermano. Volveré más tarde por un poco de ayuda.
  Cuando quieras — le respondí y los vi desaparecer.
Tal vez debería tratar de convencer a Nanael para que tengamos una charla apropiada con Seir: podría ser de gran ayuda.
Iba a ir a buscarlo a la habitación de Albania pero oí su voz ordenándome que completara los gozos de protección que estaba invocando ahora para todo el perímetro de la mansión.
    Quédate en Izhi: mandaré parte de los cánticos para que tú los completes. Un par de Himnos de cooperación van a ser muy eficaces — oí por algún lado de mi cabeza: mmm, suena bien. Un Himno de cooperación resultaba sumamente difícil de penetrar ya que era un cántico compartido y por lo tanto el doble de poderoso—. Por cierto, sigo pensando que es grosero de tu parte que me hayas cerrado una parte de tus pensamientos.
Le respondí que me encargaría de todos los gozos que me enviara y después de un bufido aburrido dejé oír su voz.
Ha vuelto a enfadarse.
Algo de neblina violeta apareció frente a mí. La atrapé entre mis manos y concluí el gozo de revestimiento que Nanael acababa de enviarme.
  Pas de contact, pas de vue.
No es que esté ocultándole cosas de vital importancia, pero le había hecho una promesa a Albania y no sería honesto de mi parte quebrantarla. Además la había visto tan inquieta con todo el asunto sobre el beso que me pidió, que no parecía prudente que Nanael se enterase de algo así.

» Bésame aquí, Aniel…

Era la primera vez que me ocurría algo semejante. Siempre había visto a humanos que no reaccionaban frente a situaciones que los tomaban desprevenidos: recuerdo lo curioso y cómico que me resultaba observar sus gestos desencajados y lo rápido que sus emociones se disparaban, tratando de buscar un punto de equilibrio capaz de darles la respuesta adecuada.
En ese momento no me dio risa.
No me dio nada de risa porque me sentí exactamente en esa posición.
Estaba ahí, de rodillas frente a una niña que repentinamente me pareció ser otra persona. No supe por qué, pero me había dado la ligera impresión de que algo en ella había cambiado. Y ahora que lo pienso mejor, esa sensación no es nueva. Hace un tiempo que ella ha venido cambiando, como todo en la vida en sí, y como Gremory solía repetir.
Albania cambiaba día con día porque estaba creciendo.
El latir de su corazón me atacó violentamente los sentidos: oía los boom boom desesperados y repentinamente imaginé a un pequeño pajarito asustado, batiendo las alas con fuerza dentro de una caja oscura, completamente abrumado por no poder escapar.

» Bésame aquí, Aniel…

Observé sus facciones, tratando de encontrarle el sentido a todo eso.

¿Qué es un beso?

“Posar lo que los humanos denominan boca sobre alguna otra superficie”, fue lo que arrojó mi mecanismo de respuesta; sin embargo faltaba algo: la definición no me convencía del todo.

A lo mejor había formulado mal la pregunta….

¿Qué significa un beso de ese tipo?

Comprobé que estaba nerviosa, asustada, avergonzada…

¿Por qué?

Elevé una mano y alcancé a ponerla sobre su mejilla. Se sobresaltó y entonces algo indefinible se desató. Miles de rutas de colores se expandieron por todo su mapa emocional: vi alegría, tristeza, ansiedad, vergüenza…

¿Qué es esto? ¿Por qué me está pidiendo algo semejante?

Entonces los ojos se le hicieron enormes, y poco a poco se entrecerraron con pena. Vi una, dos, tres gotas formarse en ellos y ahogar los pozos preciosos.

¿Por qué llora?

¿Por qué últimamente está tan sensible?

En un momento pensé que tal vez no debería hacerlo, pero no pude pelear contra mi lado menos racional: en otra ocasión probablemente hubiera demorado más en pensar las cosas, pero como percibí el enorme malestar emocional y las lágrimas amenazando con atacarla, reaccioné casi sin planearlo.

» No llores, bonita — declaré y para cuando lo comprendí ya lo había hecho. No sabía exactamente cómo se da un beso porque jamás había dado uno antes, pero repliqué lo que la teoría me decía: posar los labios sobre la superficie indicada.

No me pareció gran cosa, la verdad, y no creí que algo de esa magnitud la pusiera tan contenta, porque al segundo siguiente la tuve aferrándose a mi cuello y pidiéndome cariñosamente que la llevara a casa.

No iba a contárselo a Nanael porque la reprimenda sería doble: para ella por todo esto del contacto físico que tanto reprueba él, y para mí por el asunto de acceder con demasiada facilidad a sus peticiones.

  ¿Qué estás haciendo por…? ¡Ay!

¡PLOOF!
¡Miauu!
¿Qué?
Volteé con curiosidad ante el pequeño estallido y me encontré con un pelaje blanco ya sumamente conocido para mí.
  ¡Creí que ya habíamos terminado con esto de los Gozos de descubrimiento! — me reclamó en su pequeña estatura. Me acuclillé frente a ella, recordé a Albania y sus absurdos “horrible coqueto” y no pude evitar reír—. ¡No te rías de mí!
 No me estoy riendo de ti. —Toqué la felpuda cabeza con la punta de mis dedos y me lanzó un gruñido—. Para ser muy pequeña eres muy poco amigable en esta figura.
— ¡Pues tú eres bastante fastidioso cuando uno te conoce mejor! —Elevé una ceja y volvió a acusarme ahora con una pata levantada en mi dirección—. ¡Y vuelves a reírte!
Desordené algo del pelaje de su cabeza y después le toqué la punta de la nariz: Nanael volvió a enviarme el trozo de otro gozo. Le pedí a Nhyna que aguardara en lo que terminaba de dibujarlo.
  ¿Por qué están haciendo todo esto? — me preguntó mientras concluía la última inscripción y el himno se evaporaba para esparcirse por todo el perímetro—. Ustedes son un par de custodios algo peculiares, la verdad.
  Me encantaría decirte más pero lo tengo prohibido — le expliqué cuando acabé los otros cuatro gozos que llegaron.
Se trepó al árbol de al lado y caminó con elegancia sobre sus cuatro patas para dejarse caer con suavidad sobre una de las ramas.
 Y a mí no me gusta que me tomen por entrometida así que no insistiré — aceptó bostezando un poco—. Menos si se trata de tu custodiada. — La miré, algo confundido—. Lo… lo digo porque odio a los niños.
Nanael me envió dos gozos más: los atrapé mientras Nhyna me observaba desde arriba. En lo que terminaba de completarlos la oí suspirar en voz baja.
 A mí tampoco me gusta entrometerme en asuntos ajenos, pero te ves algo decaída.
 ¿Mmm? ¿Por qué lo dices? — me preguntó a la defensiva.
 No sé, solo me parece. — Se reincorporó sobre la rama y me observó fijamente. Como pensé que la había incomodado preferí cambiar de tema —. Creí haberte oído decir que detestabas el bosque…
 Ya no tanto: hay cosas que al habitarlo lo hacen hermoso a mis ojos — me respondió y nuevamente noté el tono alicaído, pero al instante la postura altiva reapareció—. A-además… mi compañero de vivienda está con un repulsivo humor y mejor aquí que oyendo sus ridículos lamentos.
  ¿Lamentos?
Veinte fueron los Himnos de cooperación que concluí, y en ese tiempo escuché atentamente el relato de Nhyna que parecía no muy convencida de contarme su situación. Le pedí que no lo hiciera si resultaba muy incómodo, pero al final las palabras no dejaron de brotar.
Es bueno conversar: a veces uno solo necesita ser escuchado. Los humanos suelen repetir eso, y creo que tienen algo de razón.
 El idiota no entiende que es mejor olvidarse de ella — me dijo ya con el sol oculto y las estrellas empezando a notarse—. La tal Georgia acaba de descubrir que está embarazada y eso lo ha dejado devastado. — Los ojos celestes se le entrecerraron con odio—. Esa humana no vale ni la mitad de lo que vale Valak, y aún así es capaz de hacerlo sufrir solo con el poder de sus palabras.
  La desprecias— sentencié; ella elevó una ceja y me dijo “¿tanto se nota?”—, pero porque a él le tienes mucho afecto.
 ¿Qué? ¡Eso no es cierto! — Me senté junto a ella sobre la rama de aquel árbol y presioné la pequeña nariz rosácea: era increíble ver como dos sentimientos tan contradictorios como el odio y el amor podían cohabitar y por un punto en particular.
Odiar tanto a alguien solo porque simboliza el dolor para otro alguien al que estimas.
Supuestamente ángeles y demonios no estamos diseñados para amar, pero creo que en el fondo el Todo también nos ha entregado las mismas facilidades que los humanos para tener sentimientos; así no hablemos estrictamente de un amor de pareja o un amor de familia consanguínea.
 Aniel, la niña ya regresó — oí: era Nanael nuevamente a través de nuestro propio medio de comunicación—. Quédate con ella mientras voy a atender el llamado de Caila: creo que han encontrado más pistas sobre el vaisiux.
  Todos los salmos que me enviaste ya están acabados — le respondí de igual manera.
  Buen trabajo; trataré de regresar lo más pronto. Y deja de perder el tiempo con esa demonio.
Rodé los ojos y me despedí de Nhyna. Al instante aparecí en el balcón de Albania.
El lugar giró un tanto: comprobé que ejecutar los gozos que Nanael dibujaba me quitaban muchísima energía.
 ¡Ya te dije que no haré nada! — exclamó Albania disgustada. Me sonrió enormemente al verme, pero volvió a fruncir el ceño cuando Nanael, ya en su forma original, insistió con lo de que se portara bien—. Voy a quedarme aquí, practicando mis lecciones de aritmética y esos salmos que ni sé para qué necesito, ¡así que puedes irte tranquilo! Me quedaré con Aniel, ¿verdad?
 Así es — respondí y ya por costumbre me materialicé para que pudiera aferrarse a mi brazo.
 ¡Vete! ¡Ya te dije que estaré bien!
  Albania — la reprendí ante el tono altanero: me miró y después puso un mohín.
Nanael y ella tienen ciertas asperezas que podrían limar si ambos fueran corteses el uno con el otro.
 Y yo ya te dije que es mejor que aprendas a controlar tus sueños — le respondió él con el pelaje erizándosele a causa del enojo—. Si tanto miedo te provocan esos ojos que se te aparecen, aprende a dejar de verlos.
  ¡Aniel siempre se queda junto a mi cama para que no me asusten!
 ¡Pues Aniel no siempre va a estar detrás de ti, niña! — bramó con más fuerza de la que esperaba.
Noté que ella se encogió.
  ¿No estará siempre conmigo? — repitió en voz baja.
Pero antes de que alguno agregara algo más, cerró los puños y volvió a fruncir el ceño, enfadada:
  ¡Tú no decides eso, Nanael!
  ¡Bájame ese tono!
Solté un suspiro, agotado:
  Albania, Nanael… — La pelea no iba a acabar si ambos seguían tensando la cuerda.
 ¡No sé para qué quieres enseñarme esos salmos tan complicados! ¡Los ojos rojos los veo desde chiquita! ¡Es imposible: nadie puede controlar lo que sueña, Nanael!
 Eres un caso especial, niña — murmuró ásperamente. Le lancé una mirada de advertencia que me respondió con un resoplido—: Claro que se puede controlar lo que sueñas, Albania —añadió con un esfuerzo enorme para sonar más calmado—; solo es cuestión de que practiques. Anda memorizando las inscripciones que te he dicho y cuando retorne veremos el asunto de controlar las imágenes que ves mientras duermes.
 ¡Aysh, te odio! ¡Si no es la señorita Bona dejándome absurdos ejercicios de matemática, eres tú con tus clases sobre salmos que no entiendo! ¡Es sábado!
 ¡Solo obedece! — le espetó y después se giró, rumbo al balcón—. Adiós, Aniel.
Dio un salto y desapareció de nuestro campo de visión.
Cielos, la relación entre este par a veces resulta sumamente complicada y no parece ir mejorando con el paso del tiempo. Albania es testaruda y no soporta que le den órdenes, y Nanael es sumamente disciplinado: todo lo que no se haga tal y como él dictamina lo irrita.
  No entiendo por qué es tan importante… — la oí murmurar enfadada.
  Él tiene razón, Albania. Todo eso que te asusta en medio de tus sueños son solo imágenes que pueden mantenerse a raya si tú lo deseas. Nanael lo hace para que descanses mejor.
No era exactamente eso, pero en modo alguno respondía a esa premisa: en realidad lo de los salmos de sueño estaban destinados para que ella misma aprendiera a defenderse si algún tipo de ser trataba de ingresar a su mente. Nanael y yo éramos inservibles en esos casos ya que ninguno podía ingresar a su interior por muchos conocimientos de Li-kay que tuviésemos.
La Original mantenía sellada su mente de manera muy rígida: en vez de incomodarla tratando de allanar su morada, lo ideal era darle las herramientas necesarias para que Albania pudiera defenderse si algo pasaba entre sus sueños.
  ¿Es por lo que dijo Nanael?— me preguntó; la miré, sin comprender—. ¿Es cierto que no vas a estar siempre detrás de mí, Aniel?
  Día tras día estás creciendo, bonita. — La mirada de enfado pasó a una de temor—. No voy a dejarte, pero tienes que aprender a valerte por ti misma.
  ¿Por qué?
  Porque es mejor que uno aprenda a encender la luz por sí mismo. — Los ojos me miraron con más insistencia—. No voy a dejarte, pero quién sabe, a lo mejor en algún momento no puedo llegar a tiempo para encender las luces de tu habitación. Si esos ojos rojos aparecen, ¿qué haríamos?
Apretó los labios y después asintió ligeramente convencida.
  Pero eso no significa que me vas a dejar, ¿verdad? — me preguntó para cerciorarse.
Solté una carcajada y le dije que no.
  ¿Y si practicamos esos salmos?
  ¿Y después toco algo para ti?— Asentí—. Nunita está muy ocupada abajo con la lista de las cosas que faltan para la despensa así que vamos a tener muchísimo tiempo.
  Eso suena bien.
Me sonrió.

¨°*°*°*°¨

ALBANIA

A ver: Nanael dijo que las inscripciones que me estaba enseñando eran para incitar el sueño y la otra para despertar al dormido. El asunto es que el muy malvado solo me ha dibujado un ejemplo prácticamente en el aire y los hilos se habían desvanecido después de pocos segundos.
¡¿Acaso cree que tengo memoria de elefante?!
 ¿Eran éstas? — me preguntó Aniel desde mi pupitre. Me acerqué y comprobé por sobre su hombro que me las había dibujado en dos hojas y con un trazo perfecto.
  ¡Sí! ¡Son ésas! ¡Gracias, Aniel! — No pude evitarlo y me abalancé sobre él. Si fuera por mí lo tendría materializado a todas horas para que el aroma a sol y estrellas rellenara toda mi habitación.
Me apoyé en su hombro y sentí parte de su cabello rozándome una mejilla.
  ¿Practicamos esos trazos?
  ¡Síp!
Nunita debía estar muy, muy ocupada abajo porque en ningún momento pasó a verme; solo Rudy, la nueva ayudante de Bejle, había tocado la puerta y me había preguntado si se me antojaba algún postre.
Le dije que gracias pero no, y después nuevamente me quedé en silencio.
    ¿Y por qué no quieres invitar a esa niña? — me preguntó Aniel mientras yo movía el dedo índice en el aire, siguiendo la ruta que veía en el dibujo que él acababa de hacer.
Le había contado todo lo que hicimos por la tarde el abuelo, Loi, Nunita y yo por la ciudad. Habíamos ido a ver los obsequios que daría a modo de recuerdo y también pasamos a ver al señor Saleri para recordarle que debía venir a casa para tomarnos un par de fotografías. Antes de retornar a casa el abuelo nos llevó a un bonito café en el centro de la ciudad: las mesitas eran pequeñas, máximo para dos personas, así que Loi y yo pudimos sentarnos en una mesa aparte. Nos dio mucha risa porque nos sentimos como a lo mejor Alexia se sentía siempre que salía con sus amigas por alguna parte del mundo. El abuelo y Nunita se enfrascaron en una charla y hasta se olvidaron de nosotras, por lo que parecía que habíamos venido solas.
No sé qué problemas tiene el abuelo con el señor Erasmo que siempre lo veo hablando con Nuna sobre él y su hijo Darío.
»— La verdad no quisiera haber tenido que invitar a Anastasia pero tuve que hacerlo a fuerza — le comenté a Loi mientras le daba una probada a mi ponche de chocolate. El abuelo había pedido que le pusieran lo mínimo de lo mínimo de alcohol pero aún así sentí un poco el sabor del vino —. Nuna me dijo que como ya había invitado a Luca y a Naum, podría verse mal que no invitara a su prima.
Loi nunca suele hablar mal de las personas pero en ese momento asintió fuertemente. Me sorprendió muchísimo que lo hiciera.
»— ¿Eh? ¿Pasó algo?
Jugueteó un tanto con la cuchara y la crema de su chocolate caliente, y después suspiró acongojada.
»— ¿Qué pasa, mi Loi querida? ¿Es por lo que dijo de tu vestido? — ¡Ay! ¡Cómo odiaba a ese antipático Pastel de navidad! —. No eras una berenjena, Loi. ¡Lo dijo solo por envidiosa!
»— La verdad es que no te conté algo, Albania. — Parpadeé, llena de curiosidad cuando la vi bajar la voz y ponerse rojísima—. Hace unos días mi abuela fue a visitar a la señora Liwen por algo de la beneficencia con la que ellas colaboran. — Le di un enorme bocado a mi ponche: lo dejé a un lado porque el vino me estaba calentando las mejillas—. Mi abuela nos llevó a Matilde y a mí, y mientras ellas charlaba con la señora Liwen, me dejaron con Anastasia en el jardín.
»— Iuuj, toda una tarde sola con Anastasia Liwen. — Me ericé de solo pensarlo—. Seguro te aburriste muchísimo, Loi.
»— Bu-bueno, bastante… sí, pero no hablaba solo de eso. — Me pidió con la mano que me inclinara un poco. Lo hice y ella bajó muchísimo la voz —: Estábamos sentadas tomando algo de té, y de repente me dijo algo muy extraño sobre Luca.
»— ¿Eh? ¿Qué te dijo? — pregunté ansiosa. ¿Sería algún secreto de los gemelos? Me dio muchísima curiosidad porque cualquier cosa que tuviera que ver con él nos concernía a ambas: a ella por lo obvio (le gustaba) y a mí porque era su mejor amiga.
»— No sé de dónde salió el tema — bajó aún más la voz: tuve que inclinarme casi tirándome sobre la mesa porque sino no alcanzaba a oír—. Pero Anastasia me dijo que Luca, a diferencia de Naum, era un tremendo sinvergüenza: que era un rebelde sin causa en Dominic Pascal y que encima ya hasta había besado a dos o tres muchachas menores y mayores que él.
»— ¡¿QUE QUÉÉÉÉ?! — chillé pero inmediatamente me cubrí la boca cuando Nunita me lanzó una mirada indignada desde la otra mesa—. ¿Y ella cómo sabe eso?
»— No lo sé, pero es su prima… supongo que debe saber cosas que los que somos solo conocidos no sabemos. — Me apenó ver a Loi tan desconsolada. Es decir, Luca ya de por sí parece un poco temerario, pero creo que a Loi no le ha caído tan bien esa noticia—. Va a sonar muy tonto… pero me hubiera gustado ser su primer beso.
Y ni bien dijo eso sentí que el rostro me ardió muchísimo, porque también habían cosas que aún no le había contado a Loi.
Por ejemplo, que yo sí ya había dado mi primer beso.
  ¿Albania?
  ¿Eh?— Oí la voz perfecta y reaccioné—. Oh, nada, Aniel.
  Me decías que no querías que Anastasia Liwen asista a tu fiesta…
  Porque es una antipática, por eso — resumí tratando de no sonrojarme nuevamente. El abuelo también se había dado cuenta en la cafetería, pero pensó que había sido a causa del vino.
Creo que en parte también había sido por eso.
Terminé de dibujar la inscripción de despertar en el aire: la observé por unos segundos y algo extraño sucedió.
¿Y ahora qué?
Sentí un bajón inexplicable en el pecho: no me había puesto a pensar en esto cuando oí a Loi mencionar lo de Luca.
Su primer beso…
 Aniel… — las inscripciones en hilos verdes brillantes flotaban en frente de mí: sueño y despertar. Creo que ya están bien hechas—. Aniel, tú…
  ¿Sí? — me preguntó amablemente.
Bajé la mano y traté de elevar la mirada: ¿es correcto preguntarle algo así? ¿Por qué no?
  Aniel, recuerdas… ¿recuerdas lo de la vez pasada? — murmuré tímidamente. Se acercó a mí y me observó con tranquilidad—. Yo… ¿yo también… también…fui tu…?
Boom-booom
¡Ya cálmate! ¡No puedes querer salir saltando siempre que lo ves a los ojos!
 Ya… ¿ya habías besado a alguien…antes? — la voz me salió muy baja, y después sentí un calor horrible en las mejillas.
  ¿A alguien? — repitió. Asentí y la respiración se me agitó.
¿Sería igual? ¿Yo también sería su primer beso? ¿O es que alguien más ya lo habría besado?
Gremory…
No, la chica rubia. La tal Nhyna…
Se quedó en silencio por unos segundos, y cuando empezaba a sentir que una mano invisible me apretaba el corazón con fuerza, lo oí reír:
 Has sido la primera persona a la que he besado; por eso no sabía cómo hacerlo — me respondió con tranquilidad y en ese momento no sé qué pasó. Los ojos se me abrieron emocionados, y toda la alegría que guardaba era tanta que fue como si saliera despedida de algún lugar.
¡PAM!
  ¡Ay!
Una de mis inscripciones salió disparada hacia el frente con tanta fuerza que yo misma caí hacia atrás.
¡BROM!
Y después un cuerpo más cayó como sin vida al lado: volteé, horrorizada, y me encontré con Aniel sobre la alfombra, con los ojos completamente cerrados.
¡¿Eh?!
¡No! ¡¿Qué hice?!
Me arrodillé a su lado rápidamente e hice lo primero que se me ocurrió: apoyé de lado mi rostro sobre su pecho y escuché lo que el abuelo, decía, siempre debía escucharse.

Boom – boom
Boom - boom

Hay un corazón latiendo: el abuelo dice que mientras haya eso, la persona está bien.
Pero… ¡pero Aniel no es cualquier persona!
  Aniel, ¡Aniel! — exclamé moviéndolo un poco. Ni siquiera pestañó: fue extraño verlo así porque ni él ni Nanael dormían, nunca lo hacían. Era la primera vez que lo veía así, completamente rendido.
¡Ay, Dios, ¿y ahora?!
Gateé hasta donde habían quedado mis hojas dibujadas y comprobé que una inscripción aún flotaba en el aire: era la segunda, la del salmo de despertar.
¿Sería que el salmo de sueño  que había estado dibujando…?
Me puse de pie y traté de atrapar la inscripción que aún seguía brillando de verde transparente. La tomé con ambas manos, sin juntarlas demasiado para no desvanecerla, y cuando di un par de pasos más, en la misma dirección en la que se encontraba Aniel, vi que el ceño se le frunció un poco.
Probé nuevamente y di un par de pasos más pero esta vez hacia atrás: el ceño se le relajó y volvió a quedarse como dormido al completo.
Entonces… ¿accidentalmente le había lanzado el salmo de Sueño?
Bueno, si tengo aquí el de Despertar y está bien dibujado, eso significa que ni bien toque su cuerpo reaccionará, ¿verdad?
Me acerqué con cuidado porque parecía que la inscripción se desvanecería si la llevaba bruscamente. Volví a arrodillarme junto a Aniel y cuando estaba por introducir la inscripción a su pecho, noté algo que no había visto antes.
Me incliné y vi directamente sus facciones: cuando suelo abrazarlo también puedo ver su rostro de cerca…
…pero es la primera vez que lo veo dormido.
Dejé la inscripción a un lado y me acerqué más. Tanteé con suavidad sus mejillas, esperando que no despertara, y entonces toqué su cabello: Aniel tiene el cabello desordenado, pero es un desordenado que no incomoda, es un desordenado que encanta.
Observé el rostro relajado, oí la respiración suave y entonces algo diferente apareció:
Estoy sola…estoy sola con él.
¿Qué es esto?
Me puse de pie violentamente y tomé la llave que reposaba junto a mi tocador. Corrí hacia la puerta y cuando la oí girar dentro de la cerradura, encerrándonos por completo, sentí un miedo inexplicable.
¿Por qué cierro la puerta? ¿Por qué es tan importante saber que nadie va a entrar?
Apreté la llave con muchísima fuerza entre mis dedos y volví hasta él. Me dejé caer a un lado y entonces no sé bien por qué pero me incliné tanto que prácticamente podía contar las pestañas de sus ojos.
Siempre he pensado que Aniel era bonito, que era hermoso…
…pero…pero ahora que lo veo más de cerca y tan silencioso…
No, él no es solo hermoso, él…él… él es muy apuesto.
Es atractivo.
Paseé los dedos por sus mejillas y después por encima de los labios: hace unos días también los había sentido…pero de otra manera.
Algo de viento ingresó y azotó las ventanas de mi balcón con fuerza. Me sobresalté avergonzada al pensar que Nanael podría haber vuelto pero no, no había nadie más.

» Has sido la primera persona a la que he besado.

Bajé la mirada hasta sus manos: tomé una de ellas y la llevé a mi mejilla, a mi cabello. Él siempre lo hacía, siempre me tocaba con delicadeza. Casi como si yo fuera de cristal…
¿Soy de cristal?
Llevé su mano hasta mi cuello y sentí los alocados latidos de mi corazón.
¿Qué estoy haciendo?
La bajé con cuidado y la apreté contra mi pecho. A veces…a veces siento que algo aquí dentro explota cada vez que lo veo sonreír, y no sé si sea apropiado sentir todo eso.

» Has sido la primera persona a la que he besado.

Observé la mano que sujetaba y me incliné un poco más, solo para dejar un beso en medio de la palma. Sentí el aroma como a noche, a estrellas me aturdió.
Quiero darle todos mis besos.
Tomé la otra mano y también la besé. Me incliné tanto que mi cabello lo rozaba: un beso sobre su frente, tal y como él hace siempre después de alguna reprimenda. Un beso sobre una mejilla, sobre la otra, por todas las lágrimas que él mismo ha secado de mi rostro. Un beso sobre su cuello, porque es mi lugar favorito en medio de un abrazo; y un beso sobre su mentón, por todas las veces en las que suele abrazarme y lo apoya sobre mi cabello.
Elevé la mirada y recién me di cuenta de que estaba casi sobre él, escuchando los latidos de su corazón y los del mío.
Faltaba uno más…
Me estiré y toqué la comisura de la boca con mis labios: la habitación giró sin control, el perfume a sol me atacó. Sentí como si hubiera bebido litros de ese ponche que traía vino.
No pude aguantar más y me incliné por completo a rozar los labios que ya había besado.
Así, cerrados…cerrados…
¿Por qué cerrados?
Los separé un poco y cuando descubrí que su labio inferior encajaba a la perfección entre los míos, algo parecido a un fuerte latigazo me golpeó la columna. Como fuego, como cuchillas…
  ¡Ah!
Me dejé caer sobre él, con la respiración agitada. La inscripción que flotaba cayó bruscamente, como si ella misma hubiera perdido fuerzas.
Lo sentí moverse; traté de ponerme de pie pero el corazón me latía muy fuerte y los oídos me zumbaban.
  ¿Albania? — oí su voz. Escondí el rostro en su pecho, rogando que no viera la vergüenza que sentía en mí—. Albania, ¿qué pasó? ¿Estás bien?
  Aniel…  — se reincorporó lo suficiente como para estar sentado y trató de verme a los ojos pero yo no podía ni elevar la mirada.
  ¿Qué sucedió? ¿Por qué estás tan agitada?
  Yo…yo…
No supe qué responderle; él creyó que estaba cansada, que había sido demasiada práctica por hoy.
Me tomó en brazos y me depositó con suavidad en el sofá de al lado. Me sonrió y me dijo que no pasaba nada por no practicar más: Nanael no se enteraría.
No se enteraría…
No ha notado nada.


¨°*°*°*°¨

NHYNA

  Debo irme — me dijo y entonces vi los ojos claros cerrarse y después desapareció.
Elevé una mano, o una pata, lo que fuera, y traté de capturar algo del aroma que despedía pero no me quedó nada.
Nada.
  Esto va a enfermarte — me susurré algo consternada. No soporto charlar con él así, como si fuéramos amigos, y no ver en sus ojos ni una sola gota de deseo.
Soy hermosa, soy muy hermosa…
… ¿por qué hasta ahora él no se ha sentido abrumado por mi belleza?
Porque él es más bello — me  respondió una odiosa voz interna.
Es eso… ¿o es que yo no soy lo suficientemente hermosa para él?
Me dejé caer sobre la rama, sin fuerzas: este ángel idiota ha conseguido que sienta algo que jamás había sentido. Inseguridad…
Nunca he dudado de lo bella que puedo resultar para todos, pero ahora…ahora de qué me sirve tener un tipo de belleza que para él no resulta atractiva.
¿Entonces cuál es su tipo? ¿Qué cosa es belleza para él?
Bajé de aquel árbol de un salto y corrí todo lo que me permitían estos estúpidos miembros. Oía mi respiración a medida que pasaba por todo el bosque, sintiéndome tan minúscula porque en esta apariencia soy muy pequeña.
Pequeña…minúscula…
Insignificante.
  Ángel idiota.
¡Miau!
Di un salto más y logré salir hasta lo que parecía ser el jardín de una enorme mansión. Sí, claro, aquí vive la chiquilla idiota que es su custodiada: niña rica y mimada.
Un viejo perro me olisqueó cuando paseé cerca a la fuente de en medio. Se puso a ladrar ridículamente así que me vi obligada a aumentar la velocidad y trepar el muro de en frente.
Sentí cercana la presencia de Aniel: intenté transportarme pero me di con la sorpresa de que el lugar en el que él estaba, estaba bloqueado. No se podía ingresar mediante cánticos.
Ésta ha debido ser obra de su antipático hermano Nanael.
¡Miau!
¡Mierda! Sé que ésta es mi forma original pero qué difícil es trepar un estúpido muro.
Llegué hasta un balcón: parecía ser la habitación de un hombre por el decorado.
Mmm.
Salí con cuidado y pasé por un balcón más y una ventana: no, cuartos vacíos. A lo mejor de invitados. Visualicé un último balcón e intenté cruzar el muro a través de algunas lianas que crecían adornándolos. Trepé con cuidado, oyendo al estúpido perro ladrar desfallecido por allá abajo y de repente sentí una enorme cantidad de energía.
¿Qué pasó?
Aterricé con toda la suavidad que pude sobre el piso de un balcón más: habían cortinas perladas ondeando con el viento y el aroma que tanto me atraía pululaba alrededor.
Es aquí.
Traté de acercarme con toda la discreción posible hasta que escuché un lamento:
  Aniel, ¡Aniel!
Reconocí a la mocosa de inmediato: cabello ondeado, boca tentadora, mirada de ensueño. Me agazapé en una de las esquinas del balcón: para mi buena suerte las cortinas de la puerta interior me cubrían lo necesario.
Me acerqué con cautela y observé cada detalle: esa niña había lanzado un cántico de sueño, ¿cómo era posible? ¡Los humanos no pueden crear esas cosas, a menos que estén familiarizados con los primeros humanos!
¿Sería posible…?
Bueno, ya pensaría en eso más tarde.
Y hablando del cántico: por lo visto Aniel estaba algo debilitado (a lo mejor por la cantidad de gozos que lo vi completar en Izhi) y lo había recibido de ella que, parecía, lo había lanzado sin proponérselo porque ahora correteaba muy nerviosa, buscando alguna manera de revertirlo.
Qué tonta: la inscripción que está flotando al lado es un salmo de Despertar. Solo basta que lo introduzca en el pecho del que ha caído dormido y despertará.
Ah, ya se dio cuenta.
Iba a retornar a Izhi porque Aniel despierto sí notaría mi presencia, pero lo que vi a continuación me dejó perpleja: la niña se inclinó, como inspeccionándolo detenidamente, y después corrió a cerrar la puerta, sumamente alterada.
Y lo vi, claro que lo vi: cada beso, suspiro y mirada extasiada. Fui testigo de todo eso.
Aniel despertó; prácticamente me lancé del balcón y después del golpe que recibió mi cuerpo corrí todo lo que pude.
Sentí el odio dispersándose dentro de mí, porque yo no lo tenía tan cerca como ella lo tenía; y en cualquier momento podría llevarse todo lo que yo quería.
  Idiota, ¡niña idiota!
Nosotros los demonios no leemos emociones como los ángeles, pero sí que sabemos reconocer sensaciones. Mi especialidad es el amor, en todas sus facetas, y vaya que sé detectar ese matiz.
Deseo.
La niña está moribunda, desfallece, no comprende…
…porque está a un paso de despertar a la mujer.


¨°*°*°*°¨

NUNA


Atravesé el pasillo y subí las escaleras con la máxima discreción posible. Me detuve cuando Maltés soltó un ladrido desentonado desde la sala, pero como después oí un bostezo supuse que estaría durmiendo.
»— Es muy sencillo, señorita Nuna— me había dicho Rudy muy confiada—. Lo único que usted necesita es un capullo de Sisa. Yo puedo mandar traer una de mi pueblo pero llegaría recién para mañana.
Recuerdo que le dije que no importaba demasiado el tiempo si era antes del cinco de octubre que era el día central del Zahir. Me dijo “si así lo quiere, entonces gustosa se lo traigo”.
Sisa era una especie de flor muy rara, que crecía solo en lugares en los que el agua directamente del río la alimentaba. Eso fue lo que me había dicho Bejle cuando se lo comenté como quien no quiere la cosa.
»— ¿Qué debo hacer con ella? — le pregunté cuando el botón estuvo en mis manos.
Rudy me la entregó en una bolsita de tela atada con unas cuerdas delgadas; aún sin abrirla olía muy fuerte y bastante bien. Parecía una mezcla de duraznos con coco.
»— Lo único que tiene que hacer es ponerlo sobre la boca de la niña minutos antes de las tres de la mañana — ¿qué? ¿Y eso cómo iba a confirmarme lo del beso de ángel?—. Si a las tres en punto ese capullo se transforma en flor, es que un ángel ha besado a la criatura.
»— ¿Estás segura, Rudy?                                                                                  
»— Por completo, señorita Nuna — me respondió con tanta seguridad que por un momento me sentí avergonzada por dudar de ella—. Si el botón se abre, entonces tendríamos la oportunidad de proteger a la niña antes de que llegue el Zahir e intente ultrajarla.
Ay, Señor Santísimo, ¡ya ni sé qué estoy haciendo! Dicen que es pecado creer en supersticiones pero es que todo esto me tiene preocupadísima.
Llegué al inicio de las escaleras y apagué la vela que traía conmigo, solo por si el señor Alcides notaba algún tipo de luz por el umbral de su puerta. Caminé presurosa, con el botón firmemente apretado en mi mano derecha y el corazón a punto de escapárseme del pecho.
Llegué a la dichosa puerta de mi niña Albania y la empujé con sumo cuidado. Observé alrededor, esperando encontrar algún tipo de figura rondándola, pero solo veía la luz de la luna filtrándose a través de las cortinas del balcón ya cerrado.
Avancé lentamente, con las pantuflas haciendo el mínimo ruido, y me detuve frente a la cama de mi niña. Estaba ahí, durmiendo tranquilamente y con toda la carita repleta de ondas que se le pegaban a la frente y a los cachetes. Se me encogió el corazón al pensar cómo ella, siendo tan pequeña, podría estar siendo víctima de esos seres abominables de los que hablaba Rudy.
Saqué el botón de la bolsita de tela: el aroma a durazno y coco se dispersó. Tomé un poco de aire y me incliné lo suficiente como para depositarlo sobre la boca de la niña Albania.
Me crucé de brazos, esperando algo pero solo me encontré con los ojos cerrados de mi niña y con el botón de flor empezando a incomodarle la boca.
Un minuto, dos, tres, cuatro…
Se me escapó un suspiro lleno de alivio.
    Mira pues, Nuna incauta. ¡No pasa nada! — susurré algo ofendida. ¡Qué tonteras me vengo a creer! ¿Cómo iba a ser posible…?
¿Qué…?
Me quedé de una pieza, sin saber qué hacer. El cuerpo enteró me sudó frío…
El capullo…el capullo se retorció suavemente, como si tuviera vida, y se abrió con delicadeza en sus cuatro lados y sobre la boca de mi niña Albania.
Una flor cubriendo sus labios.
¡No!
¡Mi niña de trece años ha sido fichada por un ángel maldito!


¨°*°*°*°¨

NANAEL


Pensé que la mujer iba a despertar a la niña, pero cuando la vi depositando sobre su boca el botón precisamente de esa flor las alertas se me dispararon.
¿Un capullo de Sisa sobre una parte corporal? ¡Esos son ensalmos de humanos! ¡Los primeros humanos los usaban para capturar caídos!
Observé la escena en silencio, tratando de calmarme y esperando que Aniel volviera pronto de alimentarse para comentarle toda esta situación: Nuna creía que algún ser diferente a los humanos estaba rondando a la niña, y por lo visto había recibido ayuda de alguien que parecía saber mucho sobre nosotr...
¿Qué?
Me quedé petrificado: no podía ser cierto…
Nuna no “creía” que uno de nosotros estaba teniendo contacto físico con la niña: Nuna realmente estaba en lo cierto.
Lo reconocí: vi las figuras ondulantes abriendo el botón y que revelaban el tipo de contacto.
Un beso…
Han besado a esta niña.
Mierda, Aniel.


¨°*°*°*°¨

Si creen que el capi merece un par de comentarios, pues pasen a dejarle amor allá, en la parte de Comentarios.

Nota: antiguamente el período era considerado una enfermedad. Ahora ¡NO! la linda Bejle no es de esta época, no seamos duras con ella.


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Comentarios

  1. Albania tiene mucha suerteeeee ;-; asdfghjlñ!!! Esto está muy interesanteeeeeee quiero el siguiente ya Madame Su!!! XDDDDD

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    1. JAJAJAJAJA, Madame Su visiona que el capi 9 sale en unas semanitas más :3
      Gracias por comentar, Luuu! yo creo que con unos años más, Albania nos va a violentar al pobre de Aniel (q a lo mejor también empieza a comprender por donde va lo q ella siente *-* :3 )
      Gracias ota veeez! wiiiiii!!

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